17 de enero de 2013

Falta de cordura

Estoy vagando por mis recuerdos, analizando lo cansada que estoy de perdonar y lo difícil que se ha vuelto respirar. Estoy plasmando mis ideas en sueños que se desarrollan sin ayuda por las noches, cuando el silencio invade la ciudad y la soledad se apodera de mi alma, nadie puede detenerme, mi espíritu es libre, esta lleno de ímpetu y coraje, explora el mundo sin miedo y sin expectativas.

Cada vez que me acuesto a ''descansar''  y a reparar en los pequeños detalles de la vida me hago mas consciente de que nadie es feliz, que nunca estamos tranquilos y que no somos el mundo, simplemente vivimos en el.

La sociedad, bestia indomable, jamas logrará sentir un repugno similar al mio. Cada noche, antes de ir a dormir me paro frente a mi espejo, para humillarme y probarme las alas rotas que me han sido cedidas por mi falta de cordura, no vuelan, no me elevan ni siquiera un centímetro, pero mantienen viva la ilusión de que puedo escapar de este abismo al que me gusta llamar la tierra de la miseria, rebosado de criaturas, conocidos como humanos, catalogados como monstruos.

Me encuentro a pocos metros de la superficie, casi que culminando mi tarea de escapar, con los ojos brillantes y sed en la boca, con el cuerpo cansado, pero con la mente satisfecha. Hasta ahora todo va muy bien, he descubierto que mis alas funcionan a base de ilusión, pero temo usarlas, porque puedo fracasar en el intento.

En mi pequeña travesia ocurrieron muchas cosas, que son tediosas de contar, sin embargo puedo resumir lo que paso luego así: partí mis alas, caí a la tierra de al miseria y ya no tengo ganas de salir.

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