1 de junio de 2013

Solía ser feliz.

Las cosas se acaban, la felicidad se acaba. Yo buscaba ser su orgullo, buscaba respetarlos, y no me daba cuenta de que me cohibía, me cohibí de ser yo, de ser única y pensar en mí. Me aislé, dejé de hablar, hice de mis gustos mis disgustos y cambié. Cambié para lo que creí que estaba bien, cambié para ser respetuosa, para ser responsable, para que mis palabras no hirieran a nadie, y para que pocos sintieran mi presencia, pues me había cansado de ser el centro de atención todo el tiempo, de madurar tan pronto, de ser la hermana mayor, de ser la niña irresponsable que perdía materias, de ser esa social a la que todos recurrían para contarles sus problemas, había cambiado para sentirme bien con el mundo, así no me sintiera bien conmigo misma.

Intenté cambiar de intereses, de amigos... estaba cansada de ser la niña a la que rechazaban, y trataban mal, estaba cansada de que mientras yo jugaba, todos se besaran, cansada de que todas me quisieran manipular... así que empecé a explorar en mí, todo lo que alguna vez fui se pudrió entre mis recuerdos, empecé a ser el antónimo de mi ser, muy en el fondo de mi alma, quería volver por esos recuerdos, pero quería y necesitaba un cambio, empecé a odiarme, a ser una repetición de cualquier niña que viera en la calle, a responder, a ser rebelde, a leer e ir en contracorriente, a ser una adulta enfocada en la política, la crítica social y los últimos libros, dejé de sonreír frecuentemente, de jugar con los más pequeños, de hablar conmigo, pues eso era extraño, dejé de lado la hermosa persona que era. Intenté irme una o dos veces, con el pensamiento fijo de que no le haría daño a nadie, pero segundos antes de proceder, recordaba que cuando pequeña, decía que las oportunidades estaban a cinco minutos de la muerte. Solía pensar que me necesitaban, que todos me querían.

Me choqué con el odio y desde ese día empecé a llorar, por estupideces, porque estaba mal, por los demás, me volví sensible, una de las marionetas que tanto odiaba, todo para darme cuenta que el cambio fue el peor aliado, que no me quería levantar de la cama, que no quería despertar. Que los cuentos y las canciones de cuna ya no eran para mí y que los "te quiero" eran cada vez menos equitativos por mi culpa. Intenté volver a cambiar. Ahora me regañan, porque sí, ahora para ellos nunca estoy bien, nunca soy feliz, nunca soy la niña que ellos querían. Cuando cambié en todo iba mal, en mi estudio, en mis amistades, en mi familia y empecé a cobrarle todos los daños a mi cuerpo, me caía sin razón y por convicción, sentía el dolor por gusto, me volví una masoquista miedosa, de esas que no se hiere por gusto o por dolor sino por placer, por el placer de verse débil ante los ojos de los demás, por sentirse amada cada vez que lloraba. Retorné a la niña, pero ya no era tiempo de ser niña, ya era tarde, ahora tenía que madurar y responder por más cosas, ahora no podía pensar sólo en mí, sino también en mis amistades, mis padres, mi hermana, mi estudio y como siempre, me dejaba al final de la lista, para cuando tuviera tiempo para mí, el problema era que ya ni para mí sobraba un poco de él

Ahora lloro, lloro mucho. Soy más débil que al principio. Extraño a los que ya no están conmigo, aún sabiendo que nunca conocí más que un poco de lo que eran, e intento encontrarme propensa a un momento que me lleve a ellos de nuevo. Mi estudio está mejorando, ya no me va tan mal. No he logrado ser tan responsable como quisiera, pero estoy en el proceso. Sigo cohibiendo mi rebeldía, y ahora todo lo respondo con un "si, señor" y "si, señora". Conozco personas por redes sociales y bueno, en persona un poco también, pero me siento más a gusto con aquellos que no pueden verme, y por consecuente, tampoco criticarme. Mis "amigos" son lindas personas, lo que conozco de ellos me hace feliz. Cada poco tiempo estoy volviendo al pasado, con mis recuerdos, ellos me quieren... Me veo obligada a ser feliz, pues cuando no lo soy, me regañan de nuevo. Sólo quiero no decir cada mañana "Mierda, me voy a despertar otra vez" Quiero no despertarme y ya. Quiero salir del laberinto de mi cabeza, dejando a mi alma, ser libre otra vez.

No soporto recordar, que solía ser feliz.

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